Portal La espada en la tinta

Es un libro para degustar, con una escritura sencilla pero rica, y os puedo asegurar que no os arrepentiréis de llevarlo con vosotros a vuestro hogar. Es perfecto para leer en cualquier sitio.

Regreso a la Irlanda celta

Por Larita Slayer. Reseña original aquí

 

Hay muchos libros con los que podemos vivir todo tipo de aventuras a lo largo de nuestra vida. Unos se dedican a distraernos, otros a enseñarnos, pero también están aquellos que, por la forma en la que están escritos, parecen ser parte de algo muy nuestro, casi como si los acontecimientos que se narran en él nos hubiesen sucedido a nosotros. Es posible que este tipo de sensaciones responda directamente al hecho de que la novela no esté narrada de forma petulante y jactanciosa. La naturalidad, llevada al papel en este caso, es el porqué.

Como ya dije en la reseña de La huella blanca —novela que pese a considerarse autoconclusiva es la primera parte de la "Trilogía niño robado"—, la escritora Ana B. Nieto ha conseguido algo que únicamente Juliet Marilier había conseguido: apasionarme. Es raro que decida leer una historia principalmente dramática, donde el amor tenga un papel tan trascendente. No me gusta ese género, ni en libros ni en películas, pero puedo decir que en este caso ha sido algo muy distinto. No quiero confundiros, tanto La huella blanca como Los hijos del caballo son románticas. El primero nos muestra las consecuencias del amor adolescente, explosivo, hacia un pueblo desaparecido, hacia un padre que nunca supo muy bien cómo cumplir esa función que le vino dada como progenitor y ese que desborda a un joven locamente enamorado de la chica junto a la que ha crecido. El segundo también tiene su propia historia de ese amor tan poderoso que tienen los padres por sus hijos, el que emana de esos mismos hijos a la hora de querer vivir sus propias vidas y así cumplir con sus soñados destinos, y el que conservan aquellos que vivieron hace muchos años y que sufrieron siguiendo la estela de la Huella Blanca y Ciarán pero que quizás se tengan que plantear las cosas desde una nueva perspectiva. En general, el amor por los sueños truncados es algo que está presente en ambas novelas.

De todas maneras, y para aquellos que empiecen a poner "caras tontas" con todas estas "cursiladas", diré que la "Trilogía niño robado" también va de guerras y traiciones, de piratas y saqueos, de esclavitud y libertad, de creencias antiguas y nuevas. Ante todo, Ana B. Nieto nos ha querido acercar partes de una historia prácticamente convertida en leyenda, como son las narradas en las sagas irlandesas. La autora ha viajado hasta la lejana Éire para sumergirse en interminables tomos de historia, cogiendo un poco de aquí y otro poco de allá para lograr contarnos cosas asombrosas.

Si os estáis preguntando por qué no os digo de qué va Los hijos del caballo es porque quizás no habéis entendido que ya os lo he contado. Es un libro para degustar, no para engullir, con una escritura sencilla pero rica, y os puedo asegurar que no os arrepentiréis de llevarlo con vosotros a vuestro hogar. Es perfecto para leer en cualquier sitio, aunque personalmente creo que un parque rodeado de verde, en un día que augura lluvia, puede ser el ideal.

Ahora a lo que espero con ansia es a la publicación de la tercera y última novela de la trilogía, donde según me dijo la autora por redes sociales, uno de los personajes más desagradables de esta historia, Corótico, tendrá por lo visto un papel fundamental en el devenir de la narración. ¿Qué pasará con Niam? ¿Nos contará la autora qué será de Aife? ¿Y qué le sucederá a Diarmait tras la última batalla? Jugosos interrogantes que han conseguido poner Los hijos del caballo en uno de los puestos preeminentes de mi biblioteca, como ya sucedió con La huella blanca. Reconozco que tras leer algunos libros que hablan sobre la historia antigua irlandesa tenía ganas de ir a visitar más a fondo el país —cuando estuve vi muy poquito y estuve aún menos—, pero tras terminar esta segunda novela debo confesar que anhelo volver, y abiertamente digo que me encantaría hacer la ruta que hizo Ciarán a caballo. Sería impresionante.