"Los hijos del caballo" llega incluso a superar a su antecesora. Épica ambientada, de una manera precisa, en una época ruda, oscura y mística. Imágenes muy vivas y llenas de fuerza.
Ciarán consigue rehacer su vida. Sin embargo, el pasado siempre estará rondándole. Sólo su hija parece tener su mismo espíritu, mientras que su amor por su adorada Olwen parece distanciarlo sus hijos varones, quienes están más aferrados a sus creencias y sus dioses: Finn hacia el lado de los cristianos, Ciar hacia el lado de los celtas.
Sin embargo, una nueva amenaza se cierne sobre la Llanura del Cisne. Coirpre de los Juncos quiere completar lo que un día inicio con la destrucción de los Barr. Ahora les toca desparacer a los Necht.
Diarmait, quien a secuestrado a uno de los hijos de Ciarán, y éste mismo deberán olvidar sus rencillas y odios para unirse ante la inminente batalla que tendrá lugar. No solo la batalla por mantener intacto su territorio, sino la batalla que deberá enfrentarles a ese nuevo Dios que Patricio trata de llevar a esas nuevas tierras.
Una batalla de espadas y una batalla de fe.
En esta segunda parte de la trilogía celta, que tan maravillosamente nos está narrando Ana B. Nieto, volvemos a encontrarnos con Ciarán y su familia. Sin embargo, en esta ocasión el peso de la historia estará bastante repartido y, aunque nuestro querido protagonista será el nexo de unión y la parte central, sus pequeños vástagos irán tomando el relevo generacional.
También Patricio cobrará un mayor protagonismo en esta parte de la historia, cuya actuación ya empieza a ser más importante.
Los hijos de Ciarán, Ciar, Finn y Niam, se hacen mayores y cada uno de ellos será llamada por caminos distintos.
Así, Niam, quien puede comunicarse con los muertos, deberá alejarse de su familia para asistir a una especie de escuela en la que se convertirá en poeta. Una muchacha de su condición lo tendrá difícil, pero el carácter que lleva en la sangre le ayudará en su nuevo lugar.
Finn se encaminará hacia la religión. Desgraciadamente veremos en él a una persona intransigente, que deberá ir moldeando su carácter y su forma de ver la vida, le cuesta perdonar a su padre que su nacimiento sea fruto del adulterio. Los sucesos que irá viviendo le enseñarán cómo es la vida, pero los débiles siempre se escudarán en la intransigencia.
Ciar, quien se parece más a su padre, elegirá el camino del guerrero. Casualmente será éste quien enfrente a Ciarán con su propio pasado, lo que le obligará a replantearse sus actuaciones. Tal vez los jóvenes siempre actuen igual, con rebeldía, tomando decisiones impulsivas sin prever el daño irreparable que pueden llegar a causar.
Por su parte, Patricio no parece estar cómodo en la nueva situación que ostenta en su sociedad, por lo que acaba tomando la decisión de regresar al lugar donde estuvo prisionero, pero esta vez como una persona libre y que tiene algo que transmitir. Evidentemente, esta iniciativa supondrá un fuerte enfrentamiento con su familia, que no son capaces de aceptarla.
En esta segunda parte también descubriremos los motivos que originaron la guerra entre las tribus Necht y Barr, lo que nos dejará totalmente asombrados.
Así, volviendo al pasado descubriremos cómo se trama una conjura en la capital que amenaza con destruir a la última tribu de la llanura, y es que el gran señor Coirpre de los Juncos no está dispuesto a quedarse sin parte del territorio.
La autora vuelve a atraparnos con esta historia, que llega incluso a superar a su antecesora, ya que al hacer hincapié en esos aspectos del pasado que quedaban oscuros en la primera parte hace que la novela sea más clara y se presente sin lagunas.
Ana B. Nieto nos ofrece una historia de venganza, de guerra, batallas tribales, enfrentamientos entre padres e hijos (que como podemos ver no han cambiado tanto con el transcurrir de los tiempos), de amor, superación; una historia épica ambientada, de una manera precisa, correcta y adecuada, en una época ruda, oscura y mística; una época que nos seduce por sus mitos y leyendas, pero sobre todo por el gran desconocimiento que hay sobre ella.
Así, nos encontramos con el retrato fiel de un momento en el que se entremezclaron tradiciones, creencias y dioses celtas con el comienzo del cristianismo en Irlanda.
Gracias a su manera amena de escribir disfrutaremos de una muy buena novela histórica, perfectamente ambientada, que fluye a través de nuestros ojos con imágenes muy vivas y llenas de fuerza.
Una novela adecuada para todos aquellos que se atrevan a adentrarse en una Irlanda indómita.